Señores, ¡a escena!

Amo el tiempo malgastado en juegos, los proyectos inútiles, los deseos no saciados, las personas que se aman hasta el punto de separarse para siempre, las esperanzas ilógicas y el silencio junto al fuego. Amo el horror que me produce la contemplación del mar, la brevedad del sol en el otoño, la ofrenda de pasión en cada acto por precario que fuera, la lluvia en los frutales de mi huerto y la niñez perdida en Noches de San Juan

Viejo amado

Viejo amado

martes, 28 de julio de 2009

A LAS GENERACIONES FUTURAS

A LAS GENERACIONES FUTURAS

En verdad, vivo en tiempos de tinieblas,
La palabra ingenua resulta necia Una frente tersa denota insensibilidad.
El que ríe no ha recibido aún la noticia terrible.
¿Qué es esto en tiempos cuando un diálogo sobre árboles es casi un delito
porque supone callar sobre tantos crímenes?
El que camina tranquilamente por la calle no está ya al alcance de sus hermanos
que están en la desgracia?
Es verdad, todavía gano mi sustento.
Pero nada de lo que haga me autoriza a comer hasta hartarme.
Es por un acaso que he sido respetado.
Si mi felicidad cede, estoy perdido.
Se me dice”come y bebe; alégrate con lo que tienes”.
Pero cómo puedo comer y beber si al hambriento arranco lo que como y mi vaso de agua falta a un sediento.
Y sin embargo, como y bebo.
A veces me gustaría ser un sabio.
En los viejos libros está qué es ser sabio:
pasar este breve tiempo sin temores, no desear sino olvidar,
dejar la violencia y devolver bien por mal.
Tal es la sabiduría. Pero ya nada de eso puedo.
En verdad que vivo en tiempos de tinieblas.
A las ciudades llegué en tiempos de desorden,
cuando el hambre dominaba.
Entre los hombres llegué a la hora del motín
y me sublevé con ellos.
Y así pasó el tiempo que se me dio a vivir sobre la tierra.
Comí mi pan en medio de batallas.
Me acosté a dormir entre asesinos.
Hice el amor como al descuido
y contemplé sin paciencia la naturaleza.
Y así pasó el tiempo que se me dio a vivir sobre la tierra..
Las calles de mi tiempo conducían al pantano.
La palabra me entregó al verdugo.
Poco podía hacer yo.
Los poderosos se sentían más tranquilos sin mí, yo lo sabía.
Y así pasó el tiempo que se me dio a vivir sobre la tierra..
Nuestras fuerzas eran escasas.
La meta era lejana.
Pero se podía ver claramente
Aunque para mi fuera inalcanzable.
Y así pasó el tiempo que se me dio a vivir sobre la tierra..

Vosotros, los que surjais del marasmo en el cual hemos perecido,
Cuando habláis de nuestras flaquezas, pensad tambien,
De qué tiempo de tinieblas habéis escapado.
Que caminábamos cambiando a menudo más de país que de zapatos,
En medio de la lucha de clases, desesperados de hallar solo injusticias y ninguna rebelión
Pero, junto con eso, sabemos, el odio contra la bajeza endurece los rasgos
Y la ira contra la injusticia enronquece la voz.

A nosotros que queríamos preparar el suelo para la amistad,
Nosotros mismos no pudimos ser amigos.

Pero vosotros, cuando llegue el tiempo en que el hombre pueda ser amigo del hombre,
Recordadnos con indulgencia.



Bertolt Brecht

1 comentario:

Meli dijo...

"Entre los hombres llegué a la hora del motín y me sublevé con ellos."
Claro... uno debe aprovechar las oportunidades de estar entre los grandes...y los no tan grandes, peo agraciados...y los no tan agraciados, pero emborrachados con el licor de la suerte, por no decir con un "culo bárbaro"...

"Los poderosos se sentían más tranquilos sin mí, yo lo sabía"
Y sí... yo les molestaba...o, para no creerme tan importante, era un poco de silencio entre el ensordecedor ruido de su avaricia...

Sin más, me despido...después de esta pincelada...